El de la conciliación

En medios de comunicación, en la familia, en el departamento de Recursos Humanos, en las charlas de cocina con los compañeros de trabajo,… En todas partes el concepto de conciliar vida profesional con personal va fuertemente ligado al hecho de tener hijos. Es aún muy fuerte la creencia de que sin hijos no hay familia… ni amigos, ni hobbies, ni ganas de vivir. Únicamente debe existir el deseo irrefrenable por trabajar y rendir pleitesía a la empresa.

Aunque no podemos negar que los cambios en la estructura demográfica están cambiando y el alzamiento de las nuevas «especies» (singles, padres separados, matrimonios del mismo sexo, matrimonio del mismo sexo y con hijos, parejas sin hijos,…) está provocando ciertos cambios de mentalidad, lo cierto es que aún estamos lejos de lo que debería ser una estructura racional de los horarios de trabajo y la compatibilidad con la vida privada de cada uno.

Bajo nuestro humilde punto de vista, los problemas más graves de esta situación son:

1. Se da por hecho que tu primera obligación en el día a día es estar en el trabajo (importante la diferencia respecto a «estar trabajando»). Las empresas, por definición y salvo contadas excepciones, son seres egoístas, que buscan alimentarse y crecer a costa del estrés y presión sobre sus empleados. Y son insaciables. El trabajo es infinito. Acéptalo; nunca vas a ponerte al día y cuando lo hagas no será porque seas muy eficiente y productivo, sino porque aún tenías margen para asumir más funciones, cosa que se ocuparán de arreglar de inmediato. Esto es lo que nos lleva al tema del post: tu prioridad es la oficina, todo lo que hagas fuera de ella debe ser secundario: ocio, amigos, familia,… TODO.
2. Si no dispones de pareja la cosa se pone peor porque entonces no tienes ningún motivo para irte a tu hora, total ¿para qué? Como si tuvieras algo mejor que hacer con tu vida.
3. Para nosotros posiblemente la que sea la situación más triste es la de quien pone estas normas y horarios. ¿Quién no conoce casos de jefes o compañeros que están en la oficina hasta que anochece calentando la silla mientras la mujer cuida y acuesta a los niños? ¿Para esto has decidido tener hijos? ¿Por esto me miras raro porque yo no los tenga? ¿A ti te molesta que cumpla el horario por el que me están pagando? Solo disponemos de una vida y no creemos que merezca la pena consumirla entre cuatro paredes y frente a un monitor que irá apagando el brillo de tus ojos.

¿Por qué se da por hecho tan a menudo que conciliar se trata de un tipo de beneficio social que otorga la empresa por obra y gracia de su infinita bondad? ¿Por qué no damos por hecho que lo razonable es pensar  que trabajamos para ganarnos la vida y no al revés?

Los horarios de trabajo deben ser razonables en función de cada puesto y teniendo en cuenta que casi todos tenemos un contrato de 40 horas semanales y cumplir con la regla del 8/8/8 se nos antoja fundamental (8 horas de trabajo, 8 horas de ocio y 8 horas de sueño). Esto no implica únicamente que cumplas con tus 8 horas de trabajo, sino que sean 8 horas de horario intensivo ya que la alternativa es un horario partido y con 2 horas para comer, lo que rompe radicalmente el ratio anterior y nos coloca por arte de magia en 10 horas presenciales en la oficina. Aunque hay mucho estudios sobre el descenso de la productividad más allá de las 6 horas, recuerdo un artículo que leí ya hace tiempo con unos de los primeros experimentos que se hicieron sobre este tema llevado a cabo en Royce, empresa que se dedica a fabricar billeteras, maletas… decidieron bajar las jornadas laborales a 7 horas diarias, y de esta manera consiguieron un incremento del 10% y 15% en la producción (noticia completa aquí). No está mal.

Por lo tanto, cualquier relación que aumente las horas de trabajo irá en detrimento del ocio y del sueño, esto es, irá en contra de NUESTRA felicidad y salud. ¿De verdad es eso lo que queremos hacer con nuestra vida? ¿De verdad es necesario disponer de más de 30 minutos para comer? ¿De verdad los trabajadores tenemos que hacer tantas paradas durante el día?

¿Qué pasaría si llegara el día en que toda la gente de un departamento se levantara del sitio y se fuera a casa a su hora? ¿Y si la semana siguiente lo hiciera el departamento de al lado? ¿Y si lo hiciera toda la empresa? Se trata de una medida simple, que no requiere del visto bueno de superiores ni Recursos Humanos. ¿Que eso es imposible? ¿Que se quedaría trabajo sin hacer? ¡Seguro! Y también se irían ajustando las cargas, los clientes se acostumbrarían a que no pueden pedir un informe nuevo en el último momento y las productividades aumentarían porque se perdería menos tiempo en reuniones inútiles.

Que querer ascender no sea sinónimo de salir a las mil cada día o de no diferenciar el fin de semana del resto de los días. La tecnología nos ha dado herramientas preciosas y debemos hacer un buen uso de ellas: trabajar de manera habitual los domingos por la mañana con tu portátil o responder llamadas un sábado antes de salir a cenar con los amigos no es saludable. Está muy bien que se pongan leyes para evitar esta clase de abusos (como en Francia, a principios de 2017), pero son medidas que deberían surgir del sentido común. No es mejor jefe el que echa más horas, sino el que mejor gestiona a su equipo.

¿Cómo lo veis? Lo mismo las cosas cambian y dejamos de hablar de la necesidad de conciliar porque tendríamos horarios más razonables. Cuando tengamos las bases claras podríamos tratar sobre temas como flexibilidad horaria o teletrabajo que parece que siguen levantando ampollas hoy en día.

Nuestra realidad es el mundo de la consultoría, estamos todo el día sentados en una oficina y aunque siempre intentamos respetar nuestro horario, es complicado hacer una vida entre semana. Si, como en nuestro caso, os gusta el deporte y no tenéis a nadie en casa a quien cuidar, os da la sensación de que la tarde vuela y antes de que os deis tiempo estáis cenando y preparando la ropa del día siguiente.

¿Que hay gente mucho peor que nosotros? Seguro. ¿Qué nos gustaría que la situación fuera mejor? También.